La pedanía de Pinedo celebro ayer jueves la final de su tradicional 'Correguda de Joies', una cita ecuestre que data del siglo XVIII y en la que los jinetes recorren una distancia de 800 metros a lomos de sus caballos sin utilizar ningún tipo de silla de montar, lo que añade "espectacularidad y dificultad" a las carreras, emulando los orígenes de la fiesta, el jinete ganador obtendrá como premio un pañuelo de seda sobre una corona de laurel que deberá anudar al cuello de su caballo. Antiguamente, la corona de laurel era colgada de una ventana o de un balcón y, el día previo a la carrera final, los clavarios descolgaban el pañuelo y lo entregaban al vencedor para que éste se lo regalara a su amada. Las Corregudes de Joies datan del siglo XVIII, cuando se celebraban en la huerta al ritmo de tabalet y la dolçaina. Pinedo es la única población valenciana "que ha mantenido esta tradición de manera ininterrumpida", en el marco de su Festa Grossa. En sus orígenes, tres carcasas anunciaban el principio de los festejos. Entonces, los jinetes, vestidos con la indumentaria clásica de la huerta valencia —camisa, alpargatas de careta y faja—, y llevando al caballo del ramal, daban una vuelta por el recorrido de la prueba, examinando el terreno. Las carreras solían durar tres días consecutivos, con dos, tres y hasta cuatro carreras diarias, según el interés y rivalidad de los participantes.
Corregudes de Joies |
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